En junio de 2020, la unión europea adoptó una serie de objetivos a alcanzar en 2020, dentro de los cuales también se desarrollaron una serie de objetivos educativos que ayudarían a avanzar a Europa hacia una sociedad mejor. Sus objetivos finales eran: crecer de manera inteligente, sostenible e integrada, reforzando la cohesión social. Para esto, tendríamos que haber alcanzado los siguientes objetivos clave: Tasa de empleo del 75% entre población en edad de trabajar, un 3% del PIB de la UE dedicado a investigación o desarrollo, reducir un 20% las emisiones de gases de efecto invernadero y aumentar un 20% las energías renovables, luchar contra la pobreza y la exclusión y reducir el abandono escolar a menos del 10%.
Estos eran los objetivos que la Unión Europea pretendía haber alcanzado en 2020. ¿Actualmente, en 2022, cómo está la situación respecto a dichos objetivos tanto en Europa como en España en cuanto a los puntos más relacionados con la educación? Mientras que en Europa el abandono escolar se ha conseguido reducir a un 15%, nos encontramos con que en nuestro país seguimos en un porcentaje del 30% y la cantidad de jóvenes que han acabado la Educación Secundaria Obligatoria es de un 61%, lejos del 85% que marcaba Europa como objetivo. Por otro lado, si se ha conseguido aumentar a un 15% el número de diplomados en matemáticas, ciencias y tecnología. Lo cual, aunque puedo entender que sea de interés desde el punto de vista de una sociedad capitalista que busca aumentar la producción y desde el punto de vista medioambiental que busca reducir el impacto del hombre, considero que es una falta de valoración a los estudios humanísticos los cuales, quizás no sean tan "inminentemente prácticos", son fundamentales para entender el pasado y el presente del hombre y poder dibujar un futuro ético y responsable con nuestra especie y con el mundo que nos rodea.
A continuación, pasaremos a analizar las siete medidas propuestas por el profesor para alcanzar los objetivos marcados por Europa.
1) Conseguir un gran pacto educativo: En los últimos 20 años nos hemos encontrado con 4 leyes educativas, algunas de ellas que ni siquiera han llegado a aplicarse, como la LOCE (2002) y otras que no se sabe como van a ser aplicadas, como la actual LOMLOE que trae de cabeza a todos los claustros. A estas leyes se les unen Decretos autonómicos, Reales Decretos, Ordenes y demás reglamentos que, lejos de facilitar la verdadera tarea docente: ENSEÑAR, lo que hace es embarrar a los profesores en farragosos papeleos que ni siquiera pueden adaptar de un año al otro ya que, al cambiarse la ley, todo debe rehacerse desde cero. Esto no solo afecta en las horas reales que un profesor pierde en burocracia en vez de en mejorar sus habilidades docentes, formarse en nuevas y mejores pedagogías o simplemente innovar y adaptar mejor sus lecciones a cada curso y alumno, si no que cambia las "reglas del juego" de un año al otro, no permitiendo que estas acaben nunca de establecerse ni dejándonos conocer cuales son más o menos efectivas a largo plazo.
Además, la falta de consenso denota algo, desde mi punto de vista, mucho más preocupante; la intención manipulativa que tiene cada una de estas leyes que pretenden formar una sociedad, no mejor, si no más fiel a los intereses e ideales políticos del partido que la promulga. Es por esto, por encima de todo, por lo que se necesita una ley común que no vire hacia uno u otro lado, si no que busque una formación de alto nivel que respete y fomente el respeto a los derechos humanos y cree ciudadanos con un fuerte sentido crítico que les permita tomar sus propias decisiones lo más lejos posible de manipulaciones mediáticas y políticas, algo fundamental para el tipo de mundo que les espera.
2) Mejorar la motivación: Tanto para educar como para ser educado hay que querer. Ni el profesor va a ser capaz de dar una educación de calidad que llame la atención de su alumnado si no está motivado, ni el alumno va a tener interés en aprender si lo que le están enseñando no le provoca ningún afecto. Es imposible conseguir que todos los contenidos básicos que deben impartirse apasionen a todos los alumnos ya que, desde el momento en el que somos personas diferentes e individuales, tenemos gustos y apetencias diferentes, pero si es importante que el alumno no sienta que está "perdiendo su tiempo" ya que este sentimiento hará que, en el momento que haya cualquier pequeña dificultad, abandone y decida dedicarse a otra cosa, en ocasiones, más entretenida, pero menos beneficiosa para su futuro.
3) Familias más presentes en la escuela: Personalmente, aunque si veo importante que la familia tenga una implicación real y profunda en la educación del niño y del adolescente, no creo que una presencialidad demasiado alta de la familia en la escuela sea positiva. Como en todo, se puede pecar tanto por defecto como por exceso y no sería el primer caso de familias que se creen con más derecho a decidir el estilo y las prácticas educativas del aula que el propio docente. Vivimos en una sociedad en la que todo el mundo disfruta hablando sobre cómo se debe educar, pero en la que no todo el mundo tiene conocimientos reales y más allá de su experiencia de EDUCACIÓN, con todo lo que esa palabra conlleva: estilos, estrategias educativas, estrategias de integración social, psicología, psicopedagogía... Además, y como es natural, las familias tienden a barrer para casa y buscar la mejor educación para el alumno al que representan, sin pensar que en el aula existen 25 niños más con sus propias necesidades y a quienes también hay que atender de la mejor forma posible.
4) Mayor inversión educativa: Es innegable que la inversión educativa que se realiza en este país es deficiente, tanto a nivel material como humana. Faltan profesores y faltan medios, sobre todo en las zonas rurales o desfavorecidas. De nada sirven las buenas intenciones o las mejoras legales si estas no van acompañadas de partidas económicas que permitan una reducción de ratios, mayores y más especializados apoyos educativos tanto dentro como fuera del aula, etc. Queremos resultados académicos que nos acerquen a países como Finlandia, donde en cada aula hay como mínimo un profesor de apoyo permanente, sin invertir en más personal docente. Queremos que los profesores se formen y mejoren sus habilidades docentes, pero no invertimos en una formación de calidad para el profesorado que, en muchas ocasiones, acaba teniendo que pagarlos su propio bolsillo. ¿Se puede hacer una educación de alta calidad con pocos recursos? Si y, de hecho, se hace en muchos lugares, pero eso no significa que sea lo mejor ni lo deseable y, desde luego, no va a ser nunca lo habitual. Si punto atrás hablábamos de la importancia de la motivación del profesorado, aquí retomamos ese tema para preguntarnos cómo va a estar el docente motivado si se encuentra abandonado en situaciones desfavorecidas y ve que los recursos prometidos y de los que disfruta la educación privada no llegan nunca a las situaciones donde más apoyo se necesita.
5) Mejorar la formación y la valoración social del profesorado: En el punto anterior ya avanzábamos este problema. El profesorado no está, necesariamente, bien formado. El sistema de acceso a la educación pública se centra en cuestiones memorísticas y burocráticas que, en muchas ocasiones, nada tiene que ver con la calidad del docente para transmitir conocimientos y habilidades. Es por esto que es imprescindible que el profesorado tenga acceso a una formación continua de alta calidad que le permita estar actualizado. Vivimos en un mundo en constante cambio y evolución en la que todas las profesiones necesitan de un reciclaje constante y el caso de los docentes no es diferente.
Por otro lado, nos encontramos con el problema de la valoración social del profesorado y esto no tiene fácil solución. ¿Es necesario que la sociedad entienda la importancia del profesor para la formación de la sociedad? Si. ¿Cómo podemos conseguir que esto pase de ser un deseo a un hecho? Pues para esto primero habría que entender de donde viene esa falta de valoración social. Puede que en parte venga por las malas experiencias que todos hemos tenido en nuestra vida educativa y eso tiene mal arreglo, más allá de esforzarnos tanto que ninguno de nuestros futuros antiguos alumnos pueda reprochar nada a la profesión. Puede que venga por la supuesta facilidad de nuestro trabajo, pero la única solución a eso sería poner por un día a cada persona a cargo de una clase y eso es del todo inviable. Así que mucho me temo que solo podemos esforzarnos y, a través de nuestra valía y de los resultados, demostrar la importancia de nuestra profesión.
6) Recuperar la cultura del esfuerzo: ¿A qué llamamos "cultura del esfuerzo"? Creo que sería importante saber a que nos referimos cuando hablamos de "cultura del esfuerzo", partiendo de la base de que esfuerzo no siempre significa resultados. No todos partimos del mismo punto y valorar el esfuerzo en función de los resultados es total y absolutamente injusto. En ocasiones se considera que esta cultura del esfuerzo debe premiar al que más consiga para que siga avanzando, pero esto dejaría atrás a todas aquellas personas que, aunque se esfuerzan al 200% no consiguen llegar a los mismos resultados que aquellos que tienen una situación socio-familiar más privilegiada o tienen mayor facilidad para según que aprendizajes. Personalmente, si que creo en la cultura del esfuerzo, pero no en la cultura de los resultados y, en muchas ocasiones, ambas se confunden.
7) Orientar hacia el empleo optimizando el vinculo entre educación y sociedad: Siendo realistas, el principal objetivo de la educación superior es labrarse un futuro y esto significa encontrar un trabajo que te permita vivir de la mejor forma posible, tanto a nivel económico como de realización personal. Sin embargo, creo peligroso centrar la educación en el trabajo, sobre todo porque esto implicaría limitar la educación a lo más pragmático, dejando de lado cuestiones éticas, morales, artísticas... que también forman parte de la vida y que nos ayudan a vivir mejor y ser felices. Si consideramos que la educación debe conseguir la formación integral de la persona, no podemos dejar que lo puramente laboral dirija la educación. Pero, por otro lado, si que creo muy importante dar una perspectiva laboral más real a los discentes, permitiendo a las diferentes profesiones entrar en el aula (o salir del aula para conocerlas) a través de talleres, para que así, en el momento que tengan que elegir a que dedicarse, sepan en que consiste cada uno de los trabajos y no orienten su vida hacía un lugar que en realidad no conocen, solo imaginan.
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